Relatos de Jjojismos

· La última bolchevique (concluido), una mujer regresa del exilio y se encuentra con un país devastado por la guerra. Perseguida, deberá aliarse con los compañeros que la traicionaron para luchar por su supervivencia.
· Una nueva historia (en proceso), 1913, han asesinado al hijo de un importante empresario, el detective Jhan, un troglo, no cree que el sospechoso detenido, un trabajador de oficinas mamón, sea el verdadero asesino.
· Jaime (en proceso), la secuela de La última bolchevique. Bella, colaboradora de los nuevos bolcheviques se lanza a la búsqueda del a la par odiado y amado Jaime para evitar una nueva guerra.
· La muerte de Ishtar (en proceso), nos situamos a finales del siglo IV, principios del V. La nueva religión cristiana se abre paso frente a las antiguas creencias paganas. Dos mundos chocan y luchan entre intrigas, persecuciones y aventuras.

lunes, 30 de diciembre de 2013

Una nueva historia 2.5

El detective Jhan observaba a Yon con una pluma en una mano y el informe en la otra. El jefe de seguridad y el directivo de oficinas esperaban ansiosos que firmara de una vez. Cerrada la investigación la policía especial se llevaría al mamón a una prisión y todo terminaría con la ejecución del reo. Solo tenía que firmar.


Jhan no tenía nada. Sabía que el mamón no había asesinado a nadie, pero había confesado. El detective sospechaba que Yon creía que confesando protegía a su familia. Su hermano sí era minero y sí podía haber asesinado con la taladradora. 

Fue en medio de esas reflexiones cuando el policía de la puerta le informó por línea que Pit se había presentado para ver a su hermano y que un agente le seguía. Felicitó al policía. Tendría que recomendarle para un ascenso por su iniciativa ya que no tenía porque saber nada de la posible implicación del hermano y desde luego, seguirle a donde iba podía ser mas interesante que simplemente detenerle. Jhan sospechaba de una posible implicación de la hermana en el móvil del asesinato. Decidió no firmar el informe.

-¿Cómo que no? -protestó el directivo.
- Quiero atar algunos cabos sueltos.
- ¿Cabos sueltos? Señor detective tiene la confesión. Termine con este circo de una vez. Piense en el dolor del lord Campcol. 
- Seguro que el lord quiere conocer al verdadero asesino de su hijo. 
- ¿Qué está usted diciendo?
- No tengo que darle explicaciones. 
- Pero a su superior sí.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Una nueva historia 2.4

Pit quería ver a su hermano, así que junto a Gloob se dirigieron al edificio central de oficinas. Se encontraron con una tupida maraña humana rodeando las puertas de acceso. La noticia de la muerte del hijo del lord Campcol debía de haberse filtrado ya a los medios de comunicación porque junto a muchísimos curiosos también estaban numerosos periodistas luchando por conseguir alguna exclusiva. Para contener a toda esa gente la policía había levantado una barrera. Sólo los autorizados podían entrar en el edificio. No debía de haber trascendido que el detenido era un mamón porque de lo contrario, la presencia de Pit no hubiera pasado desapercibida. 

Con mucho esfuerzo lograron alcanzar la barrera policial. Gloob tuvo que hidratarse la cara en dos ocasiones, aunque la segunda vez comprobó que no le quedaba líquido en su cantimplora. Estaba muy nervioso y rodeado de tanta gente lo pasaba realmente mal. Ya frente a unos agentes de la policía, Gloob trató de razonar con un forzudo troglo que parecía al mando de la barrera. 

Gloob le explicó que Pit era el hermano de Yon, del mamón retenido. Que querían verlo. Que él como ilum, aliado de la Entente, tenía derechos constitucionales, y que quería que Yon dispusiera de un abogado. El troglo miró a Gloob de arriba a abajo, impacientándose a cada palabra que su interlocutor le soltaba.

- Escuchame, sapo - le gritó el policía - Tú eres un sapo. Esta bien. Si te detengo entonces podrás disfrutar de tus derechos constitucionales. Hasta entonces: ¡Lárgate! 

El troglo despreciaba a Gloob. ¡Cómo se le ocurría a ese sapo viscoso venir a él con estupideces como derechos, abogados y todo eso! Con su exoesqueleto empujó al pobre Gloob que no pudo mantener el equilibrio y acabó en el suelo. Pit enrojeció de ira y amagó con enfrentarse al policía. Por suerte, se lo pensó dos veces, se contuvo y ayudó a su amigo a incorporarse. Pelearse con un agente del orden no tenía ningún sentido y desde luego no ayudaría en nada a su hermano. Se alejaron de allí.

Pero el agente se había quedado con el dato de que el mamón que acompañaba al sapo era el hermano del sospechoso retenido. Cuando Pit y Gloob ya le daban la espalda, con un gesto le indicó a otro policía que les siguiera discretamente. Cuando reportó lo sucedido a su superior, éste le felicitó.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Una Nueva Historia 2.3

Al ver a Pit, Gloob el sapo se humedeció la cara con su pulverizador y bebió un poco de su cantimplora. Corrió a abrazar a Pit. Ante su amigo, el minero mostró toda su preocupación y nerviosismo.

- Está bien Sol?
- Si, si, está en mi casa. No sé nada de Yak.
- ¡Qué típico! - el rostro de Pit se avinagro al recordar a su hermano pequeño.

Se pusieron a andar alejándose de la mina.

- Pensaba que estaría esperándome la policía...
- la situación es muy complicada. Le acusan de haber asesinado ni mas ni menos que a Campcol hijo.
- Eso se rumoreaba dentro. Lo sabe Sol?
- No lo sé, llego a casa muy nerviosa, solo sabia que le habían detenido, nada mas... ha estado todo el día llorando. ..

Pit apretó los puños. Estaba enfadado pero no con Sol o con Gloob.

- Gracias por todo Gloob.
- no digas eso Pit. Me siento responsable de esto... por mi culpa Campcol hijo se fijó en tu hermana...

Dicho esto, Gloob detuvo la marcha, se volvió a humedecer la cara y tomo un sorbo de su cantimplora.

- Yo... yo no tengo derechos, Gloob, soy colono. Pero los sapos, perdona, los ílum, sois de la Entente... tenéis derechos reconocidos en la constitución...

El rostro de Gloob se tornó azulado de los nervios, mejor dicho, de miedo, de temor.

- Pero Pit, ya sabes como nos tratan a nosotros... somos formalmente de la Entente, pero los demás nos tratan como si fuéramos basura...
- Gloob, por favor, sin tu ayuda es imposible que pueda llegar a mi hermano!!

Gloob, con los ojos bien abiertos y una expresión descompuesta, necesitó con urgencia volver a humedecerse la cara y, acto seguido se acercó la cantimplora a la boca, pero en vez de un sorbo, casi la apuró por completo.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Una nueva historia 2.2

El reloj avanzaba más lento que nunca. Los minutos y segundos transcurrían eternos como si el universo entero estuviera detenido. Así lo sentía Pit. Ardía en deseos de irse, de correr junto a su hermana. También de ponerse a salvo. Si habían detenido a Yon era muy posible que pronto se presentara en el trabajo algún policía.

Estos pensamientos eran peligrosos manejando una taladradora. No está preparada para ser utilizada por un mamón y solo la imponente fuerza física de Pit permitía que pudiera ejercer la profesión de minero. Pero con la cabeza distraída, preocupada, estuvo en varias ocasiones de provocar un accidente laboral. O sonaba pronto el silbato o terminaría por provocar una desgracia. 

Sus compañeros, casi todos majaras, panchos o troglos, se imaginaban el calvario por el que tenia que estar pasando Pit con su hermano entre rejas. Restaban importancia a los errores de Pit y trataban de animarle y ayudarle, pero era inútil: lo que necesitaba Pit era que el silbato tocara cuanto antes.

Por fin llegó la hora de salida. Pit ni siquiera se aseo: mudó su mono de trabajo por ropa de calle y corrió fuera del Complejo. Estaba convencido de que si la policía no se había presentado en el trabajo era porque le esperaban a la salida. Al menos así se reencontraría con Yon.

Pero fuera del complejo no estaba la policía, solo su amigo Gloob, esperándole.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Una nueva historia 2.1

Pit era el hermano mayor de Yon. Trabajaba de picador en las minas del complejo de Campcol. Al medio día, durante la parada de comer fue cuando se enteró de que habían detenido a su hermano. Se lo dijo su hermana Sol por teléfono. Pero en ese momento solo había confusión, nadie sabía que había pasado exactamente y Pit no podía ausentarse de su puesto de trabajo. Se atrevió a preguntárselo a su encargado, pero sólo consiguió un bufido por respuesta.

Sol le contó que Yon estaba incomunicado en las oficinas del Complejo y que no había logrado hablar con él. Pit se preocupó mucho, y con razón. Como Sol desconocía donde estaba el pequeño de los cuatro hermanos, Yak, Pit le pidió que fuera a casa de Gloob, un amigo sapo de la familia y que allí le esperara.

En el noticiero que daban durante la parada de comer no explicaron nada de Arrinton, solo se dedicaron a mostrar el cotidiano clima pre-bélico que el gobierno se cuidaba de trasladar a la población. Pero eso no evitó que los rumores comenzaran a circular por todo el complejo.

Primero, que había habido un asesinato. Eso preocupó aun más a Pit.

Después que el asesino había sido capturado. La alarma del hermano mayor ya fue mayúscula. ¡Eso no podía estar pasando! ¡Era imposible!

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Una nueva historia 1.7

- Usted es un policía, a ustedes no les importa la verdad.

Yon gritaba desolado. Era como si él deseara que sus palabras fueran falsas, pero supiera a ciencia cierta que realmente eran muy verdaderas. Los golpes, insultos y vejaciones de todo tipo que había sufrido así lo atestiguaban. Yon abrió los brazos extendiéndolos hacia el detective como para mostrarle en toda su magnitud la obra de sus colegas. La tortura había sido intensa, pensó Jhan. Siempre lo era.

- la verdad requiere que interroguemos a tus hermanos.
- no, no, no. Ellos son inocentes. Ellos no han hecho nada - mentía -. Fui yo. Yo use la taladradora. Yo le mate. Quería dinero. Soy adicto. Fui yo. Ellos son inocentes.

Ante una confesión así, Jhan no podía hacer nada.

Una nueva historia 1.6

Jhan no le ayudó a volver a incorporarse, le dejó allí tirado. Le resultaba patético.

- Aquí pone que asesinaste al lord con la trituradora porque querías robarle para colocarte... pero tu y yo sabemos que eso es mentira.

El mamón se puso a llorar. Se sentía impotente, indigno, humillado.

- ¿Sabes lo que te harán por asesinar a un lord?

Jhan se rascó, negó con la cabeza y por fin ayudó al mamón a que se incorporara. Por fin lo comprendía, sus sentimientos hacia Yon pasaron de desprecio y repugnancia a comprensión e incluso admiración.

- Estás encubriendo al asesino. Al verdadero asesino. Sabes lo que realmente pasó y prefieres sufrir tú solo las consecuencias.
- Noooo!

Yon no quería que el detective le ayudara. Forcejeo como pudo, pero no logró evitar que el troglo le incorporara.

-Encubres a uno de tus hermanos. Es minero y si puede con la taladradora. Lo hizo... por tu hermana. Quedan pocas mamonas y son muy del agrado de los lores. Dime que fue así. 
- Nooo. A nadie le importa la verdad.
- A mi sí.

martes, 10 de diciembre de 2013

Una nueva historia 1.5

- ¿Cómo te llamas?

Jhan tenía ante sus narices un informe elaborado por los vigilantes de seguridad. Solo tenía que firmarlo para terminar y cerrar el caso. El joven mamón, llamado Yon, seria formalmente acusado del asesinato y punto final.

- ¿Cómo te llamas? - insistió Jhan, pero el muchacho trataba de ignorarle. Así que comenzó a leer el informe en voz alta para forzar alguna reacción en él.

"Yon, hum natural de Arrinton. Su progenitor, Pit, minero, muerto. Su progenitora, Sol, circense, muerta."

-¿Tu madre trabajaba en un circo?

Hacerle esa pregunta era como insultarle: En muchos certificados oficiales 'circense' se refería a prostituta, así que era muy probable que su madre fuera eso, una prostituta. Por lo que Jhan sabia era habitual en las mamonas porque eran compatibles con casi todos. Yon reaccionó por primera vez lanzando una mirada de odio al detective.

"Vive en las Casas baratas de Arrinton con sus dos hermanos y su hermana, únicos hum de Arrinton. Trabaja en las oficinas del Complejo minero-siderúrgico Campcol" Jhan se quedo con un detalle importante: trabajaba en oficinas, no de minero. ¿tendría fuerza y habilidad suficiente para manejar un taladro mecánico como el utilizado para destripar al lord? Pronto lo averiguaría:

-¿Así que tu madre trabajaba en un circo?

Yon, furioso, trató de incorporarse, aunque tuviera que arrastrar la silla a la que estaba atado. Quería abalanzarse sobre ese maldita troglo que insultaba la memoria de su madre. Quería darle su merecido. Pero no pudo. Todo le dolía demasiado, se rindió y se cayó al suelo de bruces.

"Este niñato no sería capaz de utilizar la taladradora" - pensó Jhan.

domingo, 8 de diciembre de 2013

una nueva historia 1.4

Había muy pocos mamones. Jhan en todos sus años en el cuerpo apenas había tratado con uno de ellos cuando no era más que un agente patrulla en un barrio marginal.

Se trataba de un mamón joven, un carterista de poca monta que se equivocó de objetivo: intentó robar a un ciudadano al que confundió con un turista perdido lejos del centro de la ciudad. "Sería estúpido! " Jhan se enojaba con solo recordar aquella anécdota. Robó al ciudadano, pero resultó que no era un turista. Era todo un cónsul de los ciudadanos que con sus matones troglos recorría los arrabales de la ciudad buscando muchachas compatibles - sobre todo niñas majaderas en el caso de los ciudadanos - a las que secuestrar para violar y asesinar. La policía local lo sabía y hacía la vista gorda a cambio de una comisión, pero el mamón, o era un zoquete integral, o iba puesto de drogas hasta arriba.

En cualquier caso logró robar al ciudadano, pero recibió su merecido, primero de los matones, luego de Jhan y su compañero, enviados por la comisaria para poner orden. Jhan recordaba que los mamones eran blandos y que tenían la sangre intensamente roja. Ahora lo podía volver a ver.

"Son pocos y siempre terminan en líos -pensó Jhan-. Si uno fue capaz de robar a un ciudadano, ¿por qué no iba este a matar a un lord? Quizá por eso son tan pocos". Este último pensamiento le hizo gracia, pero decidió desecharlo para volver a comportarse como el detective objetivo que le gustaba ser.

Jhan se rascó con su gran uña y pensó en cómo abordar el interrogatorio.

martes, 3 de diciembre de 2013

Una Nueva Historia 1.3

Para interrogar al sospechoso tenían que ir a otro edificio del complejo donde guardias de seguridad y policías le retenían.

En el exterior Jhan se fijó en las casas baratas que se extendían hasta el horizonte, al otro lado del perímetro del complejo. Además el olor al amoniaco presente en el aire le ayudó aun más a recordar su hogar. Solo entrando en la policía había podido huir de todo aquello: la miseria más absoluta, hambre, suciedad y enfermedad, ignorancia...

Ya en el nuevo edificio salio a recibirle un grupo de directivos trajeados con ceños fruncidos. La voz cantante la llevaba un pancho. No había nadie más arrogante que un pancho crecido, un pancho que se creyera por encima de los demás.  La mayoría de los suyos eran obreros, jornaleros o criados... éste era directivo.

- Inspector J...
- Detective
- Su presencia aquí es irregular. Tenemos firmado un convenio con el ministerio de defensa que nos capacita para resolver nuestros propios problemas de seguridad. ..
- Salvo por el detalle de que su cadáver es un lord - y los lords eran competencia de la policía especial. Estaban ante un conflicto de competencias que a Jhan le importaba un comino.
- Da igual. nuestro cuerpo de seguridad ha detenido al asesino. El caso está cerrado.

Jhan comprendía que discutir con el directivo era una perdida de tiempo.
- dónde está el sospechoso?

Los guardias de seguridad le condujeron hasta un cuarto cerrado y custodiado por más guardas visiblemente armados. Le abrieron la improvisada celda y en su interior Jhan se sorprendió al encontrarse con un joven mamón visiblemente maltratado, por no decir torturado,  amarrado a una silla.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Una Nueva Historia 1.2

Un sospechoso. 

O eso decía el cuerpo de seguridad. Tenían mucha prisa por cerrar el caso, o eso pensaba Jhan. Era el procedimiento normal que cuando en un crimen estaba implicado un lord o alguno de los aliados se encargara la policía especial. Aunque ciertamente no todos los detectives eran tan profesionales como Jhan. "En eso habéis tenido mala suerte", pensó.
Al parecer uno de los trabajadores del complejo minero había amenazado de muerte al lord Campcol hijo delante de varios testigos. Eso no era suficiente aunque era una tremenda imprudencia por parte del trabajador. Lo sorprendente era que no le hubieran despedido en el acto.

Antes de pasar al sospechoso, Jhan prefirió terminar con la oficina. La masa viscosa que había sido un lord, la taladradora... todo impactante para que solo nos fijáramos en la brutalidad y el horror. Jhan se rascó con su gran uña. Era un gesto habitual en los troglos cuando pensaban. En esa habitación no había nada mas.

-¿Qué es este lugar? -pregunto Jhan al jefe de seguridad. 
-¿Cómo? ¿Disculpe? -el jefe, otro troglo como Jhan estaba sorprendido -. Pues una oficina. ¿Qué importancia tiene eso?
- Pero no era la oficina del lord. Es pequeña, oscura... poco digna de un lord.
- Eh... si claro. Ésta es una oficina de la plantilla... el despacho del lord está arriba.
- Me gustaría verlo.
- ¿El qué? 
- El despacho.


Hubo un instante de zozobra en el gesto del jefe de seguridad.  Pronto se repuso.

- No puede, señor.  No tiene autorización.  El despacho del lord Campcol hijo está bajo jurisdicción del Ministerio de Defensa. Nadie sin autorización pertinente puede entrar.

¡El ejército! Jhan volvió a rascarse. La corporación de Campcol se dedicaba a la minería y la siderurgia, pero si el ejército estaba de por medio algo mas tendrían entre manos. La tensión militar había crecido durante todo el año.  Algunos medios hablaban abiertamente de una guerra universal... 1913 estaba resultando un año muy movido. Si los Campcol trabajaban para el ejército, el asesinato del primogénito y heredero resultaba aun mas preocupante.

El jefe de seguridad, como tratando de desviar los pensamientos de Jhan volvió a insistir en el sospechoso. Lo tenian bajo arresto. Era hora de ir a interrogarle.

Una Nueva Historia 1.1

Complejo minero-siderúrgico Campcol de luna Arrinton, verano de 1913.

El cadáver estaba completamente destrozado. La taladradora lo había reducido a una pulpa viscosa de color anaranjado desparramada por el suelo del despacho. Dos agentes de la policía no lo habían aguantado e incluso para el detective Jhan la escena resultaba desagradable.

El jefe de la seguridad privada estaba enojado.  Le disgustaba que la policía especial se hubiera hecho cargo del caso desplazando a los agentes locales. A Jhan no le importaba lo que ese matón pensara, lo único que exigía era que no se interpusiera en su camino. Y lo estaba haciendo. ¿Cómo que no hay ninguna grabación de lo que ha pasado? Estaban en las oficinas de uno de los complejos mineros mas importantes del lord Campcol. ¡Había cámaras! ¿Y los vídeos?

-Desconectados. Por orden del lord Campcol hijo. - respondía rígido y visiblemente enojado el jefe de seguridad.
¿Desconectados por orden de la victima? Porque Jhan tenia ante sus ojos lo que quedaba del cuerpo del hijo primogénito de uno de los principales magnates del universo. El lord Campcol hijo. Muerto ataladrado. Ataladrado con una de las herramientas que utilizan en las minas de su padre. 
Y la taladradora estaba allí mismo, en ese mismo despacho, a su lado. Nuevecita. Sin una sola huella. No había huellas en la taladradora,  no había grabaciones en las cámaras de seguridad... pero había un sospechoso.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Capítulo 13, El Ministro (capítulo final)



13. EL MINISTRO


13.1


- (...) La oleada de atentados se inició hace un mes en la capital con la destrucción del Hospital Doctor Vénder con un saldo de más de 200 muertes.

Con el coche aparcado y su radio encendida, Bella y yo escuchábamos atentamente las noticias. Todas las emisoras informaban de una importante noticia de última hora. En la que escuchábamos, una voz masculina, neutra, introducía una supuesta explicación para comprender lo que había pasado:

martes, 3 de septiembre de 2013

Capítulo 12 Los Antiguos Dirigentes

12. LOS ANTIGUOS DIRIGENTES

12.1

Me desperté con mucho mejor ánimo. El sol entraba por la ventana y la luz natural me cargaba de energía. Estaba en un piso franco de La Colmena. Aun no debía ser medio día. Traté de estirarme, pero la herida de bala de Tímberlane, reabierta en los calabozos de las BAB, aún me dolía bastante. Bruno me observaba y me sonrió al verme despertar. Estábamos solos. No había ni rastro de nadie más.
- Buenos días capitana. Llevas durmiendo un día entero.
Era curioso, yo me recordaba incapaz de dormir recordando a Helena, horas dando vueltas… Luego me acordaba de haber estado hablando con Pablo y el sueño con Helena... Es como si hubieran transcurrido tan solo cinco minutos de todo eso.

viernes, 30 de agosto de 2013

Capítulo 11 La Amante

11. LA AMANTE

11.1

Continúa la carta de Helena:
LLEGADOS A ESTE PUNTO, CREO QUE DEBO MOSTRARTE MI OSCURIDAD. MI GRAN MANCHA QUE ME HA MARCADO Y ME HA CONVERTIDO EN UN MONSTRUO. TÚ ME HAS DADO UN SENTIDO, UN MOTIVO PARA LUCHAR POR MI SALVACIÓN, PERO LA MANCHA SIGUE DENTRO DE MÍ. NO HAY JUSTIFICACIÓN, NI ESCUSA POR LO QUE HICE, POR LO QUE SOY.
NO SIEMPRE FUE ASÍ.
FUI NIÑA COMO TÚ. AMADA Y BIEN AMADA POR UNA FAMILIA CARIÑOSA. NACÍ CIEGA. EN CÁLEDON. MIS PADRES ERAN EMIGRANTES. TENÍA -HABLO EN PASADO-, TENÍA CUATRO HERMANOS, DOS CHICAS Y DOS CHICOS. YO ERA LA SEGUNDA. MI HERMANO MAYOR JUAN, MIS HERMANOS PEQUEÑOS ANA, LAURA, PEDRO. PEDRO ERA UN BEBÉ CUANDO PASÓ TODO. NACÍ CIEGA. Y AUNQUE MIS PADRES ERAN POBRES, AUNQUE TENÍAN QUE TRABAJAR LOS DOS PARA SACARNOS ADELANTE, PESE A QUE VIVÍAN UNA VIDA QUE LES EMBRUTECÍA, ME QUERÍAN Y ME CUIDARON, AUN CUANDO YO REQUERÍA MÁS CUIDADOS, MÁS ATENCIÓN QUE MIS HERMANOS. NACÍ CIEGA, PERO COMPENSABA LA NATURALEZA MI CUERPO CON GRANDES VIRTUDES QUE FUI DESCUBRIENDO: SENTIDOS PODEROSOS, EL OÍDO, EL OLFATO, EL GUSTO Y EL TACTO. MAYORES, CREO YO, QUE LOS SENTIDOS DE OTROS CIEGOS. Y MUCHA AGILIDAD... AHORA CERCA DE LA TREINTENA ME SIENTO OXIDADA. TE PREGUNTARÁS CÓMO ERA CUANDO NO LO ESTABA: ERA UNA GACELA, ERA UNA GATA, ERA MUY VALIENTE Y ATREVIDA... NO ME IMPORTABA SER CIEGA. ¿HAS VISTO ALGÚN CIEGO SUBIDO A UN ÁRBOL? ¿HAS VISTO A CIEGOS ESCALAR ROCAS? MIS PADRES TAMPOCO, Y SE PREOCUPABAN ENORMEMENTE CUANDO LO HACÍA.

Capítulo 10 El Arqueólogo

10. EL ARQUEÓLOGO

10.1

Carta de Helena a la Exiliada:
QUERIDA EXILIADA:
SE SUPONE QUE LAS CARTAS SE EMPIEZAN ASÍ. ESPERO QUE AL LEER LA PRIMERA SÍLABA TU REACCIÓN NO HAYA SIDO DESTRUIR LA CARTA. ¡DAME UNA OPORTUNIDAD, POR FAVOR!
NO SÉ NI POR DONDE EMPEZAR. SÓLO ESPERO QUE NO ME ODIES POR TODO LO QUE HA PASADO. NECESITO QUE SEPAS QUE NO TE HE MENTIDO Y QUE LO QUE TE DIJE AQUELLA NOCHE, ANTES DE IRME, ERA CIERTO. NUNCA ANTES HABÍA SENTIDO ALGO ASÍ. EN MI CORAZÓN SÓLO HABÍA ODIO. ODIO Y SANGRE. SI CONOCÍ EL AMOR, ERA TAN REMOTO Y TAN SEPULTADO EN MI PROPIA VERGÜENZA, QUE MI CEREBRO LO HABÍA OLVIDADO.
HASTA QUE TE CONOCÍ.

jueves, 29 de agosto de 2013

Capítulo 9 El Terrorista

9. EL TERRORISTA

9.1

Cayo -mejor dicho, Ran- y Raia nos sacaron de la cama antes de que amaneciera.
Aun me dolía la herida, por muchos analgésicos y antiinflamatorios que tomara. Me pregunto cómo podían Víctor y Helena ocultar el dolor de sus respectivas heridas. Pensé en la guerra, en las heridas en el frente, en los compañeros desgarrados por las balas y la metralla... Cuántas veces me torturaría en aquel entonces, comparando mi flojera heredada del exilio con la robustez que había demostrado durante la guerra.
Por fin podía conocer la base de Sangre y Fuego más allá de la enfermería donde me trataban/recluían. Parecía un bunker subterráneo formado por sólidos túneles metálicos bien iluminados. Recordé los subsuelos de la Casa del Pueblo de New Haven, el refugio de Roger. ¡Qué contraste! Aquí había dinero y, sospechaba que no era solo de las contribuciones voluntarias de sus abnegados militantes.

Capítulo 8 El Amigo (completo y corregido)

8. EL AMIGO

8.1

Un poco de geografía sobre La República: hemos viajado desde Cáledon, la capital, situada al norte del país. A su sureste se encuentra New Haven en las ricas tierras de cultivo. Más lejos pero al oeste de Cáledon está el importante puerto de Davenport. Si seguimos hacia el noreste bordeando la costa, siempre alejándonos de la capital, llegamos a Tímberlane, capital de la región de Arrania. Es como si desde Cáledon en mis viajes hubiésemos seguido una trayectoria con forma de línea espiral con la capital de la República como su centro y cada vez alejándonos más.

Capítulo 7 El Mercenario (completo y corregido)

7. EL MERCENARIO

7.1

Como recordaréis, yo me había quedado sola en compañía de ese enigmático Khan y la niña Melisán y su perro, porque Pablo había escapado corriendo como un loco y Víctor y Helena continuaban retenidas por Número 2. Precisamente, en el palacete donde ellos estaban, habíamos dejado al líder mercenario esperando a otro enviado del Número 1, el llamado Número 3.
El encuentro entre ambos hombres fue tenso, lleno de desconfianza mutua. Para Número 2 era evidente que su colega no venía a ayudar, sino a fiscalizar su trabajo. Para Número 3, aunque le molestaba dejar su puesto en Cáledon, era una oportunidad para hacer mérito y carrera.
Número 3 era sensiblemente más joven que Número 2, y parecía más instruido, más culto, menos músculo, pero con más cerebro. Preguntó a su teórico superior qué pasos se habían dado para capturar a la Exiliada. Número 2 respondió de mala gana porque aquellas preguntas reforzaban su temor sobre el papel de aquel joven sabiondo.

Capítulo 6 El Asesino (completo y corregido)

6. EL ASESINO

6.1

Davenport es el principal puerto de la República. Lo era desde tiempos inmemorables gracias a su ubicación: una bahía protegida de los golpes del mar, fácilmente defendible y con suficiente profundidad, sin necesidad de ser dragada, para que puedan atracar barcos de gran calado. Aun se cuentan historias de piratas, de sirenas, tesoros y ballenas relacionadas con Davenport. Desde Davenport, tanto los productos industriales de Cáledon como los agrícolas de New Haven se distribuyen a otros países, tanto a los países del continente como a las antiguas colonias. Pero sobre todo llegan productos. La República exporta, pero sobre todo importa: combustible, tecnología, ropa... Miles de contenedores se almacenan en el puerto de la ciudad con productos esenciales para la economía republicana y la vida de sus pobladores.

Capítulo 5 El Tartamudo (completo y corregido)

5. EL TARTAMUDO

5.1

Conviene que para entender cómo llegamos a aquella situación, cuente lo que estaba pasando a mí alrededor mientras yo continuaba en la fiesta:
Roger y Víctor nos esperaban en la colina que el primero había preparado para ser una especie de campamento base. Lo había organizado todo con esmero: aparte del equipo de vigilancia e informático había llevado una tienda de campaña para que desde lejos pareciera el emplazamiento de unos excursionistas. También abundante café, comida y agua, mantas, linternas... Nuestra furgoneta estaba aparcada y escondida tras unos matorrales por si la misión debía abortarse y teníamos que huir. La colina estaba apartada de la carretera que conducía a la mansión, pero eso no evitaba que tuviera fácil acceso. Allí pasaron los dos la noche, monitorizando nuestro coche mientras nos acercábamos a nuestro destino. Cuando entramos se limitaron a esperar, atentos de que en los alrededores no sucediera nada fuera de lo normal.

Capítulo 4 La Ciega (completo y corregido)

4. LA CIEGA

4.1

Bruno nos pudo proveer de algo de dinero, no mucho, pero suficiente para el viaje. También me dio un teléfono móvil seguro, con el que me podía comunicar directamente con él y no podía ser rastreado. Me insistió en que lo usara si necesitaba su ayuda. Por último, nos dio tres pistolas, una para cada uno, y munición suficiente, por lo que nos pudiéramos encontrar.
Pablo, que seguía muy callado, no se negó a coger el arma. Es verdad que la aceptó con desgana, apretando los dientes y los puños. Pero para mí se hacía evidente que algo había cambiado en su interior. No hacía tanto tiempo hubiera protestado y rechazado la pistola como si se tratara de la peste. Ahora se la quedaba resignado. Le encontré turbado, meditabundo y más oscuro. Recuerdo que en ese momento pensé que una falsa armadura que Pablo había construido en torno a su alma se había comenzado a agrietar. Y lo que era peor: estaba convencida de que yo era la responsable.

Capítulo 3 La Última Bolchevique (completo y corregido)

3. LA ÚLTIMA BOLCHEVIQUE

3.1

- La policía actuó primero en un almacén abandonado del Polígono Este. Allí hubo un tiroteo y dos cadáveres.
Era la voz de un hombre mayor, se escuchaba procedente de una pantalla. Su resplandor era la única luz que iluminaba aquel cuarto oscuro. Levemente se percibía una silueta de hombre. Alguien que escuchaba con atención aquellas palabras. Era "Número 2". Como sabíamos, había logrado escapar del hospital. Pero no estaba intacto. La oreja derecha la tenía vendada, y la cara la tenía llena de arañazos y cicatrices. Su ojo derecho sufría una hemorragia interna. Estaba sentado en un sillón, concentrado en la pantalla.
- Inmediatamente, -continuó aquella voz - diversas patrullas policiales abordaron nueve pisos del populoso barrio de la Colmena. En al menos tres, la situación derivó en incendios. La prensa no ha dicho nada, tan sólo que el más grave de los incendios fue producto de un escape de gas.

Capítulo 2 El Manitas (completo y corregido)

2. EL MANITAS

2.1

Hace ya nueve años que yo había emprendido el camino del exilio. En aquellos días me encontraba vacía, exhausta. Tenía que huir, abandonarlo todo. Pero los problemas habían empezado mucho antes: 
El 8 de febrero del onceavo año de la República dio comienzo a la guerra entre las Potencias Fascistas y nuestro país. Las Potencias Fascistas invadieron el territorio fronterizo causando verdaderos estragos. Ciudades enteras fueron arrasadas, destruidas. Los fascistas llevaron a cabo un auténtico genocidio, exterminando sobre todo a semitas, negros, orientales y bolcheviques. 

Capítulo 1 La Exiliada (completo y corregido)

1. LA EXILIADA

1.1

Abrí los ojos.
Pero sólo veía sombras. Sobresaltada, por acto reflejo me incorporé… y me encontré sentada en una camilla. Estaba en una habitación oscura que parecía de hospital. Noté que mi cuerpo estaba desnudo, tan solo cubierta por una sábana ligera y un camisón. También me dolía la cabeza, estaba desorientada y no recordaba qué hacía allí. Miré a mi alrededor: Estaba en lo cierto, parecía una habitación de hospital, pero la ventana estaba asegurada con barrotes y la puerta parecía muy robusta y... ¡Espera un momento! Tenía mi muñeca izquierda esposada a la camilla. Eso me asustó. Tiré instintivamente de mi brazo apresado. Pero no conseguí ningún resultado.

lunes, 6 de mayo de 2013

Capítulo 8, el amigo 6.

Sucedió todo muy rápido. 

De entre las sombras aparecieron seis pistoleros con las caras tapadas con pasamontañas. A los dos policías no les dio tiempo reaccionar. A uno de ellos le dispararon en la cabeza. Su sangre salpicó a Víctor y a Pablo. El segundo agente gritó y trató de desenfundar su arma. Le pegaron dos tiros, uno en el pecho y el otro en la barriga. Detrás de nosotros aparecieron otros cuatro. 

- ¡Arrari rar gatma! - nos gritaron en arranio. Como vieron que no respondíamos nos encañonaron y volvieron a gritarnos - ¡Arrari rar gatma! ¿Ahar? 

Uno le murmuro algo al oído del que parecía el jefe. 

Helena no se pudo contener más. 

Ella había soportado las burlas de los policías para no perjudicar al grupo, pero ahora la situación se había transformado por completo: Estábamos indefensos ante unos asesinos con los que no había forma de comunicarnos. Con su nuevo bastón –un moderno bastón de estoque que había conseguido en Davenport- la ciega golpeó en los genitales a uno de los pistoleros que teníamos a nuestra espalda. Inmediatamente, también con el bastón, golpeó en el cuello a un segundo y con una patada a un tercero. Pablo no se quedó quieto y, alentado por la acción de Helena, desarmó a uno de los que teníamos en frente. 

El jefe de los pistoleros, impresionado por los movimientos de mis compañeros, no se lo pensó dos veces y disparó. Su objetivo era Helena, pero instintivamente yo me puse en medio para que no la alcanzaran. La bala me dio en el hombro, pero la sangre salía a borbotones. ¡Me dolía mucho! No pude sostenerme en pie y caí al suelo. Helena consciente de que esa bala iba en su dirección y que yo me había interpuesto se arrodilló a atenderme. Pablo se lanzó rabioso contra el autor del disparo. 

- ¡Rar ar! - gritó de golpe Víctor en perfecto arranio - Rar ar go ¿Ahar? 

El dolor y la sangre que abandonaba mi cuerpo me debilitaban. Estaba a punto de perder el conocimiento. Creo que todos se detuvieron incluso creo que el líder de grupo de pistoleros se quitó el pasamontañas. No estoy segura. Sólo sé que Helena me sostenía la mano y que Pablo también se acercó preocupado. 

- No es nada... Sólo es el hombro - creo que les dije. 

Perdí el conocimiento.

Capítulo 8, el amigo 5.

- ¡Qué hacen aquí! ¿No saben que hay toque de queda? Haber, ¡documentación! 

Víctor les dio los papeles de la familia Austin. ¿Qué podíamos hacer? Nos miramos nerviosos. Pensé en atacarles, aprovechar las habilidades de Pablo y Helena para que les golpearan y así montar en la furgoneta y huir. Pero entonces, identificados, prófugos, tendríamos que abandonar Tímberlane –ni siquiera sé muy bien como habríamos podido salir- y buscar a Cayo de otra manera, aparte de llamar la atención de las BAB y probablemente de Número 2. 

- No son de aquí - dijo el agente que inspeccionaba los papeles. - ¿No les dijeron que tenían que ir a la Oficina de Turismo? 

No parecían los típicos policías energúmenos incapaces de razonar. ¿O tal vez sí? 

- Sí nos dijeron - comenzó a explicarse Víctor -, pero llegamos hace muy poco, ya era de noche. Venimos a hacer turismo. No sabíamos que había complicaciones en la ciudad. Pensamos que la oficina estaba cerrada y buscábamos donde pasar la noche para mañana ir a la oficina en cuanto abriera. 
- ¿Y buscaban pasar la noche aquí? - preguntó casi riéndose el otro policía mientras señalaba el picadero - ¿no es un lugar poco habitual para una respetable familia de turistas, abuelo? 

Nos encogimos de hombros. Pensé que nuestra suerte ya estaba echada, que no nos creían y que nos detendrían; que no habíamos actuado a tiempo. 

- ¡Son ustedes una familia de lo más original! - continuó el policía que sostenía nuestros papeles. 
- Un grupo como ustedes delante de este picadero, jajaja, cualquiera pensaría que le espera a usted, abuelo, - dirigiéndose a Víctor - una gran fiesta jajaja muy variada. - ¿buscaban provocarnos o simplemente se estaban cachondeando de nosotros? 
- Sí jajaja - se reía el otro policía- Demasiado variada para mi gusto jajaja. 
- Bueno, jajaja, ¡ellas no están nada mal! 

Las miradas viciosas y repugnantes de los dos policías repasaron mi cuerpo de arriba abajo para fijarse también en el de Helena y volver al mío. Helena no les veía, pero comprendía sus entonaciones. No le gustó nada y emitió un gruñido de protesta. Antes de que la tensión pasara a mayores le cogí del brazo para tranquilizarla. Pablo, mientras tanto, mantenía con esfuerzo una sonrisa falsa. 

- Algunos ricachones falsean papeles para organizar jejeje “fiestas”, en lugares apartados, lejos de miradas indiscretas – Nos explicó uno de los policías. 
- Sólo les estábamos tomando el pelo, jajaja. No teman. 

Excepto Helena, los demás acompañamos a los policías con risas forzadas y nerviosas. 

Cansados de meterse con nosotros, decidieron, por fin, devolvernos los papeles. Se los acercaron a Víctor, pero al alargar el brazo para recogerlos, el anciano mostró sin querer su mano vendada. Desde que Lara le había atendido en Cáledon, Víctor no se había cambiado el vendaje y, aunque la herida estaba tratada, no estaba cicatrizada ni muchísimo menos, sobre todo, después de todas y cada una de las emociones que habíamos vivido desde entonces. Así pues, las vendas estaban sucias: bastante manchadas de sangre, pero también de mugre. No parecía la herida de un anciano normal, tratado por la sanidad oficial. 

- ¿Qué le ha pasado en la mano? - preguntó el policía. 

Hubo un tenso instante de silencio. 

- Debería acudir a una farmacia. Para que le cambien la venda – continuó el agente. 

"¡Ufffff!" Respiramos tranquilos. 

- No pueden quedarse por la noche en Tímberlane. ¿Éste es su vehículo? 
- Sí - respondió Pablo. 
- Deben salir de la ciudad. Los hoteles de fuera del área metropolitana les alojaran y ya mañana podrán volver. 

Mientras el policía, con inesperada amabilidad, nos invitaba a irnos de Tímberlane, Helena me susurró algo al oído: 

- Hay otras seis personas armadas rodeándonos. Y creo que estos no son policías.

Capítulo 8, el amigo 4.

- No me gusta nada la idea de ir al centro de la ciudad - dijo Víctor. – En las barriadas obreras estaremos más a salvo. 
- Pero necesitamos ese papel para turistas. Ya escuchasteis al policía - respondió Pablo. 
- Los papeles de Davenport han sido útiles frente a un agente lleno de rutina y sobresaturado de trabajo –argumentó el anciano-, pero corremos el riesgo de que a los funcionarios de turismo no les podamos colar la originalidad de la familia Austin. Además, a estas horas la oficina estará probablemente cerrada, o apunto de cerrar. 
- Vale... Es muchísimo mejor que nos detengan por la calle por no tener ese maldito papel y entonces tengamos que tratar con otro tipo de funcionarios. 
- ¡A mi no me preocupa ese maldito papel! - Helena interrumpió la discusión entre Pablo y Víctor. – No deberíamos ir al centro. 
- ¿Qué sucede Helena? - pregunté ansiosa por demostrarle a Helena mi interés en sus pensamientos. 
- Esta ciudad huele a sangre. ¿No lo notáis? Quizás es un presentimiento y nada más, pero no nos espera nada bueno en el centro. Y mirad, vosotros que podéis, la hora que es. ¿Qué oficina está abierta a estas horas? 
- ¿Presentimientos? ¡Tonterías! - gruñó Víctor -. Pablo tiene razón: Necesitamos ese maldito papel. Pero ahora no lo conseguiremos. Nos queda dinero. Busquemos una pensión en una barriada obrera y pasemos allí la noche. Mañana veremos qué hacemos. 

Nos desviamos de las calles que nos llevaban hacia el centro de Tímberlane y callejeamos por un barrio obrero buscando una pensión. No encontrábamos nada y a nuestro alrededor la noche caía y las calles se despoblaban. Por contra, la presencia policial en la calle se hacía cada vez más notable. Los coches patrullas se dejaban ver incluso en los rincones más abandonados por donde buscábamos. 

Por fin, tras muchas vueltas encontramos una pensión que más bien parecía un picadero de la prostitución: un edificio en ruinas, un letrero de neón estropeado y la segura presencia de ratas y cucarachas. 

-¡Ey! ¡Me gusta! - exclamó en broma Pablo - ¡En este sitio rememoraré mi último ligue! ¡Me sentiré como en casa!

Y es que era un sitio realmente infame, pero fuimos a preguntar de todas formas. No tuvimos suerte, incluso en un sitio así exigían los dichosos papeles. 

- Sin los papeles de la Oficina de Turismo no me puedo arriesgar a alojaros - nos dijo el recepcionista. 

- Pero si aquí sólo vienen putas y sus clientes - protestó malhumorado Víctor. 

- Puede que tenga razón el señor - le respondió el recepcionista sin inmutarse -, pero al menos ellas tienen papeles. 

Nos fuimos porque era evidente que de allí no íbamos a sacar nada en claro. Ya era completamente de noche. El alumbrado nocturno era escaso y funcionaba mal. Habíamos aparcado cerca de la pensión, volvimos hacia la furgoneta. 

- ¡Salgamos de la ciudad! Ya volveremos mañana - propuso Helena. 

- Los controles de salida eran mucho más rigurosos que los de entrada – recordó Pablo también preocupado. 

No nos dio tiempo de montarnos en la furgoneta. Una patrulla de policía se detuvo a nuestra altura. Los agentes se bajaron del coche y se nos acercaron.

Capítulo 8, el amigo 3.

Nos acercábamos al cinturón rojo de Tímberlane, sino estábamos ya en él. Todo a nuestro alrededor estaba completamente urbanizado: polígonos industriales, antiguas fábricas, bloques de viviendas que recordaban a la Colmena de Cáledon... 

Aunque teníamos los nuevos papeles, la cohartada que nos había conseguido Kahn era poco creible, así que continuábamos con nuestra costumbre de viajar por las carreteras secundarias. Nuestras cautelas no podían evitar que nos diéramos de bruces con los mismos problemas de tráfico que sufren a diario los conductores. Así, como en la mayoría de las grandes ciudades, todas las entradas a Tímberlane, estaban colapsadas, llenas de vehículos: A esas horas las fábricas se vaciaban y los obreros volvían a sus casas. Esabamos en medio de un enorme atasco, en medio de infitinas colas, que parecía que iba a durar horas. 

- ¡Tenemos problemas! - La voz de Pablo sonó grave, en claro constante con el brillo que había demostrado durante todo el viaje. – Y no me refiero al coñazo de estar en un atasco. 

A lo lejos se podía distinguir un grupo de hombres uniformados. ¡Un control policial! Además por los uniformes parecía que algunos agentes eran de las BAB. La situación tenía muy mala pinta. Y nuestra situación en el atasco nos impedía tomar algún otro camino, torcer por un ramal que nos alejara del control o, sencillamente, dar la vuelta. Tampoco podíamos bajar de la furgoneta y huir a pie. Hacer algo así hubiera llamado la atención de la policía y las BAB inmediatamente. 

- No nos buscan a nosotros - afirmó Víctor-. El control es para otra cosa. Además tenemos los papeles nuevos. 

Pronto comprobamos que en el sentido en el que íbamos nosotros, los conductores de la mayoría de los vehículos no tenían problemas: enseñaban un papel y pasaban. Era en el sentido de salida de la ciudad donde los problemas se acumulaban: Los agentes paraban los coches y a muchos los registraban. 

- ¡Mirad! - exclamó Pablo -. Ha debido de pasar algo dentro de la ciudad. 

Resignados, esperamos nuestro turno en la caravana. Era hora de poner a prueba nuestros rocambolescos papeles. Lentamente fuimos avanzando hacia el puesto de control. Los BAB se reservaban para los que salían de la ciudad. A nosotros nos abordó un agente de la policía. 

- ¡Papeles! 

Pablo se los entregó. 

- Sois familia... Jon Austin y... ¿sus hijos? 
- Sí - respondió Víctor. 
- ¿Cuáles son los motivos de su viaje a Tímberlane? Aquí pone que sois de Davenport. 

Por un momento nos quedamos en blanco, fue Pablo el que por fin respondió. 

- Venimos de visita turística. Nuestro padre está muy enfermo y siempre quiso visitar Tímberlane. 
- Sí - corroboró Víctor haciendo como que tosía. 
- Son ustedes una familia muy extraña… - el agente nos miraba a mí y a Helena como si no le encajara en absoluto nuestra cohartada. Instintivamente cogí a la ciega de la mano. - Ella – señalando a Helena - lleva pañuelo, es semita... Y esta otra – refiriéndose a mí -no, y es negra... 

¡Gran cagada! Si eramos una familia, lo lógico es que tuviéramos las mismas creencias religiosas. Cualquier otra explicación era muy rebuscada. Ya era raro que yo fuera negra, por muy adoptada que fuera, pero que Helena fuera semita y nadie más de la familia lo fuera... 

- Agente, ella es adoptada... 

Víctor trató de explicarlo, pero estábamos de suerte, al policía no le interesaba. La caravana era larga y lenta y quería volverse a casa lo antes posible. No estaban preocupados por lo que entraba en la ciudad, estaban preocupados por lo que podía salir. 

- Me da igual. Tímberlane está bajo alerta terrorista. Como públicamente no se ha dicho nada no puedo evitarles entrar, pero les recomiendo que se marchen cuanto antes. Si pese al peligro real que existe deciden por su cuenta y riesgo quedarse, tienen que ir urgentemente a la Oficina de Turismo a cubrir unos papeles. Está en la Avenida de la Unidad. Si un agente les pide la documentación y no tienen los impresos de turismo, está en su derecho de retenerles e incluso arrestarles. ¿Está claro? El siguiente. 

Estábamos arrancando la furgoneta para continuar el camino cuando a nuestra espalda, en uno de los coches que trataba de salir de Tímberlane se produjo un tiroteo: los agentes de las BAB discutían con el conductor de un pequeño turismo cuando pasó algo entre ellos. Los gritos subieron de tono y los agentes, sin más preámbulos, abrieron fuego contra los pasajeros. Resultado: el conductor y sus tres acompañantes resultaron heridos o, más probablemente, muertos. 

Me fijé en que la gente parecía acostumbrada. Tras el shock inicial por los tiros y la sangre, mecánicamente volvían a lo suyo, como si no hubiera pasado nada raro. Una grúa allí preparada apartó el coche acribillado y el control continuó. Sólo tras unos metros avanzando, dejando atrás el control, vimos que se acercaba una ambulancia... 

Así estaban las cosas en Tímberlane.

Capítulo 8, el amigo, 2.

Todo el viaje hacia Tímberlane fue bordeando el litoral porque, como Davenport, Tímberlane es también una ciudad portuaria. Fue un viaje muy agradable y recorrimos un tramo de la costa que era realmente bonito. Así pasé gran parte del camino mirando las encrespadas olas del mar, viendo como rompían en las rocas de la costa. Sólo paramos para repostar, comer e ir al baño. 

Durante el camino traté de acercarme a Helena, de recuperar el contacto, pero ella me respondía lacónicamente, con monosílabos, y se mostraba muy alejada de mí y fría. Esa actitud me afectó más de lo que esperaba, de hecho, me dolía, aunque me esmeraba en no demostrarlo. 

Pablo, en cambió, estaba pletórico. Se pasó gran parte del camino hablando, contando chistes –la inmensa mayoría muy, muy malos- o canturreando viejas canciones. Hizo el viaje mucho más ameno. 

El que también parecía muy raro era Víctor. El viejo siempre se mostraba misterioso, incluso cuando se ponía a explicar sus ideas. Pero en esta ocasión a sus explicaciones, amplias, extensas sobre la situación política de Arrania, como si fuera un gran especialista en aquella región, se añadía una cierta sensación –al menos a mí me la transmitía- como de nostalgia, ¿nostalgia por Arrania? 

- Tímberlane es una ciudad con tremendos contrastes sociales - nos explicaba Víctor-. Los comerciantes timberleanos, enriquecidos por el comercio de esclavos con las antiguas colonias, edificaron suntuosos barrio con las mayores innovaciones artísticas del momento. En esos años la ciudad se rodeó de un cinturón rojo de trabajadores procedentes de otras zonas del reino. Había trabajo y parecía que la sociedad avanzaba. Pero la crisis mundial no sólo se llevó por delante a la monarquía, también trajo una tremenda degradación social, paro, miseria... Miles de trabajadores que se habían creído que formaban una "clase media" despertaron del sueño... O más bien, el sueño colapsó. 
- Conoces mucho de Tímberlane y Arrania. 
- Viví aquí muchos años. Con otro nombre, otra identidad... Antes de que tú ingresaras en el Partido. 

Supuse que quizás hubiese sido un destacado militante bolchevique en Tímberlane. 

- Los bolcheviques siempre lo tuvieron complicado en Tímberlane - continuó Víctor-. Antes del surgimiento del Partido, la clase obrera se entregó de pies y manos a un partido burgués demagógico y, añado, financiado desde Cáledon: Igualdad y Prosperidad. Utilizando el odio de clase que los trabajadores emigrantes sentían hacia los comerciantes y empresarios arranios, Igualdad y Prosperidad levantó un muro de odio e incomprensión entre los arranios -con sus sentimientos nacionales- y los trabajadores emigrantes. Las revueltas que provocaron la huida del Rey también desenmascararon a los mentirosos de Igualdad y Prosperidad, pero la socialdemocracia fue incapaz de terminar con esa división nacional. Así, con el colapso de la socialdemocracia, el bolchevismo se nutrió de los hijos de los emigrantes del cinturón rojo de Tímberlane, pero siempre con la hostilidad de los comerciantes empobrecidos y nacionalistas del resto de Arrania. 
- Bonita historia - dijo caustica Helena. 
- Ya no hay bolcheviques en Tímberlane... Pero los nacionalistas siguen activos... ¡Locos!... Se dedican a poner bombas y a enfrentarse de manera absurda a la policía – Lo dijo como si hubiera algo personal oculto en esas palabras. 
- No sé donde podemos buscar a tu amigo Cayo – Dijo finalmente. 
- Desconocía que los nacionalistas siguieran activos. – comenté. 
- Sí. A los industriales arranios les interesa mantener el conflicto nacional vivo... Así que manipulan los sentimientos de los jóvenes arranios y les animan y financian. Actúan de manera semi-clandestina. Fuera de Arrania el gobierno de la República se encarga de ocultarlo todo. Necesitan tapar que hay una oposición viva aquí en Arrania. Pero no te hagas ilusiones: los miembros de la Llama Arrania, que así se llama la organización separatista, odian al bolchevismo. No te ayudaran... Incluso no sería descartable que te delataran. 
- ¡Magnifico! – exclamé.

Capítulo 8, el amigo, 1.

Un poco de geografía sobre La República: hemos viajado desde Cáledon, la capital, situada al norte del país. A su sureste se encuentra New Haven en las ricas tierras de cultivo. Más lejos pero al oeste de Cáledon está el importante puerto de Davenport. Si seguimos hacia el noreste bordeando la costa, siempre alejándonos de la capital, llegamos a Tímberlane, capital de la región de Arrania. Es como si desde Cáledon en mis viajes hubiésemos seguido una trayectoria con forma de línea espiral con la capital de la República como su centro y cada vez alejándonos más. 

Arrania es una región con entidad propia. Hablan su propio idioma, tienen su propia cultura, su historia… Incrustado entre la República y el Continente, hace doscientos años Arrania era un estado tapón teóricamente independiente. Nunca fue realmente libre, pero su posición estratégica favorecía el comercio y el bienestar de sus ciudadanos. Finalmente la Monarquía se anexionó Arrania, pero, a diferencia de las Colonias de Ultramar, durante la crisis colonial, preludio de la revolución republicana, no consiguieron la independencia. Ocupado militarmente, sus comerciantes, no obstante lograron seguir prosperando. 

Sin embargo con la crisis mundial y la crisis final de la monarquía, cada vez sectores más amplios de la población arrania, sobre todo intelectuales y jóvenes, comenzaron a exigir un trato diferenciado e incluso la separación. El gobierno reaccionó con violencia y represión, prohibiendo su idioma, persiguiendo toda manifestación de cultura arrania. Los casos de abusos y torturas eran comunes. Lejos de apaciguar Arrania, la Monarquía aumentó el resentimiento y el odio. Siguiendo esa línea, el último Monarca usaba a los separatistas arranios como chivo expiatorio de todos los males del Reino. Pero como ya sabemos, ni con toda la represión del mundo, ni con mentiras o maniobras, pudo evitar su caída. 

Con la proclamación de la República y el desarrollo del bolchevismo, fueron, curiosamente, los grandes industriales y banqueros arranios los que comenzaron a agitar con la idea de la independencia, hasta el punto de que algunos de sus prohombres más importantes llegaron a tontear con los fascistas. No aspiraban realmente a la independencia, sino que querían evitar el desarrollo bolchevique por la región, ofreciendo una supuesta solución radical a los problemas del pueblo. Cínicamente, utilizaban y manipulaban los sentimientos de miles de arranios que habían sufrido en sus carnes la represión, la marginación, el insulto constante a su cultura e idioma. 

Nosotros los bolcheviques defendíamos los derechos democráticos de los arranios, incluso su derecho a separarse si querían. Pero a la vez que criticábamos a los socialdemócratas de Cáledon, ahora en el gobierno, por plegarse a los reaccionarios centralistas, sometíamos a una crítica feroz a los capitalistas arranios que usaban el conflicto para dividir y enfrentar a los trabajadores y jóvenes en líneas nacionales. 

Con todo, mientras teníamos una poderosa influencia entre los trabajadores y la juventud proletaria de Tímberlane, la capital de Arrania, y su cinturón rojo, entre los universitarios y las capas medias del interior de la región éramos muy mal vistos, calumniados e incluso perseguidos. 

Víctor, que parecía preocupado por nuestro próximo destino, me explicó durante el viaje que con la derrota de Jaime, el gobierno republicano había regresado a los viejos métodos reaccionarios y centralistas de la monarquía: en las escuelas de Arrania ya no estudiaban en su idioma propio y todo sentimiento de identidad o expresión cultural eran perseguidos. 

- El espacio dejado por los bolcheviques -me explicaba- lo quieren ocupar ahora jóvenes universitarios defensores de la guerrilla urbana y la acción directa. Sus métodos son estériles, no logran conectar con los trabajadores de Tímberlane, aparte de que el gobierno silencia sistemáticamente sus acciones. Para los medios de comunicación, bolchevismo y separatismo arranio es lo mismo, así que sus acciones son calificadas como atentados bolcheviques.

Capítulo 7, el mercenario, 15.

Pasé la noche junto a Pablo, Víctor y Helena en el container de Melisán y Trotsky. Estaba bien protegido de posibles represalias de la mafia: Para más seguridad, Khan había dispuesto de un grupo de estibadores vigilando el contorno y así evitar sorpresas. Cuando llegué, Pablo dormía como un angelito. Creo que hacía tiempo que no dormía tan bien, se le veía a gusto, relajado. Víctor, para variar roncaba. Helena también estaba tumbada, aunque a diferencia de los hombres, no se había desnudado, ni siquiera se había quietado el hiyab. Melisán le indicó a Trotsky que no hiciera ruido, que entrara sigiloso. Y el perro hizo caso a su dueña… de hecho, fue la niña la que, sin querer, hizo más ruido al entrar. 

- ¿Acabáis de llegar? - me preguntó susurrando Helena. 
- Sí - le respondí. 

La ciega se incorporó y me señaló la salida del container, por si quería pasar un rato afuera con ella. Accedí y salimos juntas. 

La noche había refrescado, la brisa que soplaba no era fría, pero tenía suficiente fuerza como para alejar las nubes que previamente habían encapotado la noche: ahora se veían las estrellas. Yo las veía: Helena no las podía distinguir y no podía admirar su belleza. Los estibadores que vigilaban no nos quitaban ojo y cuchicheaban, pero estaban ahí por nuestra seguridad. 

- Gracias otra vez - le dije, refiriéndome a cuando nos abordó Número 2 en la salida del palacete. Ella le quitó importancia. 

Estuvimos allí un rato. Quietas. En silencio. Yo mirando las estrellas. Ella sintiendo mi presencia, esperando, paciente, que finalmente le hiciera la pregunta que me rondaba en la cabeza. 

- ¿Sabías que Pablo había sido de las BAB? 
- Lo sospechaba. Por como pelea. Es muy bueno. En New Haven casi me derrota. Pero nunca coincidí con él, si es eso lo que quieres saber. Le recordaría. 
- Me explicó lo que hacía en las BAB. – Ésta era la verdadera pregunta. Quería saber si ella había hecho las mismas brutalidades que Pablo. 

Helena notó el cambió en mi entonación, el miedo, la preocupación que yo sentía. Mi corazón latía más rápido y pese a la temperatura refrescante, mi cuerpo segregaba un sudor, fino, pero nervioso. 

- Por eso durante la estancia en el palacete estabas tan distante, ¿verdad? - acertó la ciega. 

Yo la miré intensamente, consciente de que era una de las pocas cosas que ella no podía percibir. 

- Pablo torturaba bolcheviques. Los maltrataba hasta que confesaban crímenes inexistentes para luego dejarles morir. 
- Conocía la existencia de esas unidades - me dijo con una frialdad que me repugnó -, pero yo nunca he formado parte. 
- ¿Qué hacías tú en las BAB? 
- Saúl me asignaba un objetivo y yo lo asesinaba. 
- ¿Odias a los bolcheviques? 
- En New Haven os conté que mi padre era bolchevique y eso es cierto. Era un trabajador y era bolchevique. 
- ¿Odias a los bolcheviques? – insistí. 
- Odio a mi maestro. Odio a Saúl. Él me convirtió en un monstruo. No te engañaré. He hecho cosas horribles y las he hecho sin cuestionarme nada y sin remordimientos. No creo que eso se pueda cambiar. Pero no odio a los bolcheviques. 
- Creo que Pablo puede cambiar. Creo que se arrepiente de lo que hizo pero, sobre todo, quiere aprender a ser una mejor persona. 
- Yo sólo quiero vengarme. 
- ¿Sólo quieres eso? 

Helena guardó silencio. 

- ¿Qué te hizo Saúl? - le pregunté. 
- Me hizo lo que hoy soy. Mira, Exiliada… Yo también he asesinado bolcheviques. Si es eso lo que querías saber. 

Helena comenzó a llorar. Intenté abrazarla, pero no me dio tiempo. Rápidamente se enjuagó las lágrimas, se escabulló de mis brazos y volvió al container, dejándome atrás con cara de tonta. No me quedó otra cosa que hacer que rabiar por mi impertinencia, por mi poco tacto. Miré enojada a los vigilantes. Como buenas “marujas”, habían estado atentos a la escena, sin perderse nada, y ahora fingían desinterés, miraban para otra parte e incluso silbaban. Tuve ganas de gritarles, e incluso de pegar a alguno de esos cotillas. 

"Da igual", pensé tratando de tranquilizarme. "Mañana, de camino a Tímberlane, hablaré con ella y me disculparé". 

FIN DEL CAPÍTULO 7